martes, 26 de enero de 2010

Las batallas

-Dime, y contéstame con sinceridad, papá ¿a tí te gustan las batallas? -Depende. -¿De qué? -Pues depende del tipo de batalla, hijo. -¿Hay distintos tipos?. -Sí, claro. Las hay de muchas clases. Pero, generalmente hay batallas que sabes que vas a ganar y batallas que sabes que vas a perder. Las batallas que vas a ganar son muy enaltecedoras, suben la moral, hermanan mucho, se siente uno un dios en la tierra. Pero, las más difíciles son las batallas en las que sabes que hagas lo que hagas, perderás. -Pero, eso no tiene sentido. ¿Cómo vas a una batalla en la que sabes que vas a perder? Si yo supiera que voy a perder no lucharía. -Ya hijo, pero a veces, el resultado de la batalla no importa, lo que reconforta es la batalla en sí, los compañeros, los sentimientos que se viven. Se sufre mucho, porque sabes que muchos no volverán, pero hay que estar ahí, en la batalla. No queda otro remedio. -No lo entiendo, papá. -Ni yo tampoco, pero sucede así. Te darás cuenta, hijo, con el paso de los años de que no siempre se puede elegir no luchar. En nuestra vida mortal estamos sometidos a designios ocultos a nuestros ojos y ante los que no podemos rebelarnos. Por eso te aconsejo que afrontes las batallas siempre que te lo pida tu corazón, alegre si vas a ganar o sufriendo si vas a perder, pero mientras luches, sentirás que estás vivo. -Entonces, papá ¿te gustan las batallas? -La verdad, hijo, es que no lo sé.

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