Mostrando entradas con la etiqueta hijos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hijos. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de abril de 2015

Cachorros

Arriba, el edredón a la mitad del pecho, la mano en la barbilla y el rostro sereno. Abajo, los brazos abiertos, uno sobre la pierna del peluche otro hacia el cabecero. Ambos con un respirar relajado y regular. No hay signos de afección que te deje preocupado. Acaricias la frente de él, apartas el pelo de ella. Dos criaturas confiadas. Tus dos orgullos hechos vida humana. Sonríes ahora por el jaleo diurno aplacado de raíz por el sueño nocturno. Lo anhelas ahora tanto como de día echas en falta algún descanso. Y mañana vuelta a empezar lo mismo y lo nuevo, el tedio y la sorpresa, la vida y los hermanos.

sábado, 22 de octubre de 2011

Yo sin ETA

Las ocho de la tarde del día veinte de octubre. Miro las últimas noticias en internet y me salta a los ojos un titular acompañado de la foto de tres encapuchados: "ETA declara el fin definitivo de la lucha armada". En ese momento mi mente se divide en dos y sigo haciendo cosas como pinchar la noticia para leer más, correr a decírselo a Noemí y hablar con ella esperanzado. Pero a la vez, ese titular me ha arrancado de mi presente y se me presentan los "¡¡hijos de puta, hijos de puta!!" de unos ciudadanos en el puente de Vallecas que gritan al aire entre los restos de una explosión. Y un autobús destrozado en la plaza de la Replública Argentina con jóvenes guardias civiles, por donde tantas veces he pasado luego para ir a la calle Vitruvio. Y los cuerpos mutilados de Irene Villa y su madre a los pies del coche con el que iban al colegio. Y la cara de alucinada incredulidad ante la multitud vitoreante de Ortega Lara, gafas de pasta, barba larga y cuerpo consumido. Y me he visto gritar con miles de personas para que por favor, por favor no maten a Miguel Ángel Blanco. Y ponerme de rodillas con las manos blancas en la nuca porque habían matado a Tomás y Valiente y ese día se suspendieron las clases en mi universidad. Y una bicicleta bomba en López de Hoyos a quinientos metros de donde vivía la que ahora es mi mujer. Y el aparcamiento de la T4 por los aires junto con nuestras esperanzas una vez más. Y tantas fotos de etarras y tantas declaraciones políticas y tantas familias llorando sus muertos.

Tengo treinta y seis años y mi mujer me abraza porque ve mi piel de gallina y mis ojos brillantes. Adivina como nadie que algo más pasa por mi cabeza aparte de la propia noticia. Y tiene razón como casi siempre, porque los recuerdos me traen con ellos aquellos sentimientos de impotencia e incredulidad ante las barbaridades.

Aún recuerdo cuando mis familiares de Francia me preguntaron una vez: "¿pero los de ETA qué quieren en realidad?" y con mis veinte años de experiencia en muertos y atentados de entonces no supe que contestarles. ¿Qué piden estos con extrosión, tiros, secuestros y bombas? Cercenando así la normalidad a toda una sociedad y sobre todo a la gente en el País Vasco. "No lo sé, sólo son unos asesinos" contesté a mis familiares franceses allá en Noisy-le-Grand.

Soy madrileño y he vivido con miedo a morir o a que maten a cualquier amigo o conocido. Ahora me parece mentira que mis hijos crezcan sin estos recuerdos que yo tengo de atentados y secuestros, de coches bomba y manifestaciones de rabia contenida. Sin temor.

ETA ocupa un buen trozo de mí mismo y ahora mi yo sin ETA será un yo mucho más feliz, sin duda.

jueves, 10 de marzo de 2011

Nadie nace sabiendo.

Entre las jaras pegajosas corretea un pequeño ser. La mata se remueve y tiembla espasmódicamente surgiendo rápida de nuevo la pequeña niña de barriga prominente y sonrisa luminosa.
Detrás aparece un niño, algo más mayor, con la lengua fuera y cara de pillo, que interpreta su papel de monstruo comeniñas gateando solemnemente. Ruge y cabecea mientras la niña grita alocada huyendo a ratos del monstruo y parando luego a mirar que no se vaya y la deje sin diversión.
Finalmente el monstruo alarga las garras gordezuelas y atrapa el cuerpito. Carcajada incontrolable, cae en el regazo del niño que, raudo, le descubre la barriga para hacerle pedorretas retumbantes que hacen chillar a la víctima ya entregada y debilitada de tanto reir.
El monstruo cansado y satisfecho mira a los padres y sonríe alegre de haber aprendido a jugar con esa pequeña a la que pronto llamará hermana.

jueves, 14 de octubre de 2010

A mi niña

Llora mi niña, llora
no tengas reparo en ello
que lo triste fue creer
que nunca pudieras hacerlo.

Llora cariño mío
no tengas cuidado en ello,
que todos felices estamos
de poder oír tu lamento.

Llora Martina, llora
que la vida no toda será sufrimiento,
que ya ha pasado lo peor
y ahora sólo queda contento.

martes, 26 de enero de 2010

No me hables que te entiendo, no me mires que te siento.

Te conocí hace tanto, que no sé si alguna vez mi vida no contó con tu presencia. Te miro desde hace tanto, que no veo en ti nunca ni un solo cambio. No veo más que tu alma pura y buena. La luz de mi vida, la candelita delgada que me guía. Nunca te he dedicado nada que no fueran poesías enamoradas, de aquellos tiempos en los que aún no me querías. Poemas de amor que te empeñaste en guardar en un cajón y que algún día nos harán enrojecer por la mucha pasión que en ellos reflejé. Ya son diez años, vida mía, y hemos pasado por ellos como si nada, día a día. Es mucho tiempo, aún me siento joven, pero hemos creado un mundo lleno de sensaciones. Somos árboles de separadas raíces, troncos entrelazados y ramas confundidas. Crecimos primero el uno lejos del otro, luego nos enroscamos en un simultáneo desarrollo que hace poco más de un año ha creado un otro. Somos creadores, cariño; de una vida nueva en un hermoso niño.

Dónde estoy yo.

Este documento que me dispongo a publicar ha aparecido en una carpeta recóndita de mi computador. La verdad es que estuve haciendo un pequeño ejercicio de memoria, por ver si recordaba el momento en el que escribí esto con tan mala leche. Ya sabéis: sólo escribo si estoy arrebatado (de amor, de odio o de cualquiera otra emoción). Después de pensar un poco y no encontrar la respuesta, vi que lo escribí poco antes de nacer Marcos. Esto me hace aún más gracia, porque hoy por hoy los temores que desencadenaron este escrito están desterrados y no tienen ningún lugar en mi corazón. Mis hijos son lo mejor que me ha pasado, pero este texto quizás sirva para los que están a punto de que les cambie la vida con un hijo. Tranquilos, no pasa nada grave.

Dedicado a todos y todas los que, a veces, me leen.

¿Dónde estoy yo? ¿dónde aquel ser especial que creía ser? ¿dónde fue la ilusión? ¿dónde está el arrebato, la locura, lo auténtico, la frescura? Nunca fui nada de lo que me creí. La vida me llevó por derroteros que yo nunca transgredí. Veo que me hago mayor y nada a mi alrededor ha dejado de ser baladí. Nada tiene sentido. Nada es auténtico, vivido, todo diferido, observado, alejado de mí. ¿Dónde estoy yo? ¿dónde mi amor? ¿dónde mi significación, mi legado, mi camino, mi excusa para existir? No la encuentro, ni siquiera la perdí, porque nunca la poseí. Estoy perdido, perdido, perdido en mi vida, en mi rutina, en una segunda existencia de mentira. Este no soy yo, mi yo no existe ya más que para mí, en noches de frenesí, alcohol y destrucción. Nunca ya podré expresar lo que deseo de verdad que es enfermar de amor, de peligros y libertad. Me pudriré poco a poco, consumido en mi vida feliz, a la vista de todos en mi tumba de oro.

Las batallas

-Dime, y contéstame con sinceridad, papá ¿a tí te gustan las batallas? -Depende. -¿De qué? -Pues depende del tipo de batalla, hijo. -¿Hay distintos tipos?. -Sí, claro. Las hay de muchas clases. Pero, generalmente hay batallas que sabes que vas a ganar y batallas que sabes que vas a perder. Las batallas que vas a ganar son muy enaltecedoras, suben la moral, hermanan mucho, se siente uno un dios en la tierra. Pero, las más difíciles son las batallas en las que sabes que hagas lo que hagas, perderás. -Pero, eso no tiene sentido. ¿Cómo vas a una batalla en la que sabes que vas a perder? Si yo supiera que voy a perder no lucharía. -Ya hijo, pero a veces, el resultado de la batalla no importa, lo que reconforta es la batalla en sí, los compañeros, los sentimientos que se viven. Se sufre mucho, porque sabes que muchos no volverán, pero hay que estar ahí, en la batalla. No queda otro remedio. -No lo entiendo, papá. -Ni yo tampoco, pero sucede así. Te darás cuenta, hijo, con el paso de los años de que no siempre se puede elegir no luchar. En nuestra vida mortal estamos sometidos a designios ocultos a nuestros ojos y ante los que no podemos rebelarnos. Por eso te aconsejo que afrontes las batallas siempre que te lo pida tu corazón, alegre si vas a ganar o sufriendo si vas a perder, pero mientras luches, sentirás que estás vivo. -Entonces, papá ¿te gustan las batallas? -La verdad, hijo, es que no lo sé.

En la oscuridad

Abro la puerta lentamente. Al otro lado del quicio todo es oscuridad. La leve luz a mi espalda proyecta sobre el fondo de la habitación una difusa sombra. Doy dos pasos dentro de la habitación y me vuelvo para cerrar la puerta poniendo mucho cuidado en que el pestillo no haga ruido. Camino despacio intentando que mi presencia no se note. Palpo las paredes del breve pasillo y ya oigo sonidos. Son leves quejidos y movimientos bruscos en el aire, ligeros golpes y chasquidos. Los sonidos son mi guía en la total oscuridad. Me aproximo poco a poco a la fuente del sonido, teniendo cuidado de rodear la cama para no tropezar o hacer un ruido de más. Paso a paso voy colocándome en posición. Palpo con los dedos alrededor de la cabeza y encuentro lo que busco. Con la mano izquierda busco la entrada. Noto unos labios húmedos que se giran con avidez a mi contacto y una lengua suave que me lame a intervalos cortos. Calculando en la oscuridad meto el chupete en la boca. Escucho un suspiro profundo de alivio. Compruebo que la respiración se calma. Cesan los golpes y los ruidos. Dejo la habitación despacito, enjugándome la saliva de los dedos en la palma de la otra mano, deshaciendo el camino con igual cautela. Mi hijo ya se ha vuelto a dormir.