Arrebato silenciado es esto que me enerva. Torpeza total del cobarde que tuvo y no supo cogerlo. Desesperado grito mudo que pide lo que creyó suyo.
Cuán solo te vas a quedar y lo sabes.
Quizás muerto sería mejor. Lejos de todo. Porque no entendí el mecanismo del vivir, debería disolverme en el Todo.
Pero tiraré mi pellejo seco por el abismo.
Cuán solo te vas a quedar y lo sabes.
Qué dolor, cuánto dolor. En todo este tiempo, dolor, error, control, dolor y ya el máximo dolor. El arrebato último, lo inesperado, el rayo fulminante: tírate, pero ya nada puedes hacer.
Egoísta, idiota, engreído, ingrato, soberbio,... creíste ser lo que no eres, poder con lo que no puedes y estás al borde del abismo con tu pellejo seco y tu alma huida. Y sólo preguntas: ¿qué hago?
Cuán solo te vas a quedar y lo sabes.
Qué bien viene estar en silencio. Leer, escribir, pensar... qué bien viene. Pero en silencio.
martes, 22 de diciembre de 2015
viernes, 10 de abril de 2015
Cachorros
Arriba, el edredón a la mitad del pecho, la mano en la barbilla y el rostro sereno. Abajo, los brazos abiertos, uno sobre la pierna del peluche otro hacia el cabecero. Ambos con un respirar relajado y regular. No hay signos de afección que te deje preocupado. Acaricias la frente de él, apartas el pelo de ella. Dos criaturas confiadas. Tus dos orgullos hechos vida humana. Sonríes ahora por el jaleo diurno aplacado de raíz por el sueño nocturno. Lo anhelas ahora tanto como de día echas en falta algún descanso. Y mañana vuelta a empezar lo mismo y lo nuevo, el tedio y la sorpresa, la vida y los hermanos.
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